Escribe: Eva Pathenay
El intendente de Villa María, Eduardo Accastello, durante la jornada de ayer en la sede de ella UTN inauguró las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante con un discurso que no solo delineó su agenda de gestión, sino que también dejó en evidencia una estrategia comunicacional orientada a consolidar su liderazgo.
A través de un lenguaje que combina llamados a la unidad, la naturalización de su autoridad y la construcción de un adversario político, Accastello refuerza su posición en la ciudad. ¿Se trata de una estrategia legítima o de una maniobra discursiva para sostener el poder?
El lenguaje como herramienta de liderazgo
Desde el inicio de su intervención, Accastello apeló a un tono conciliador y colectivo, utilizando términos como «comunidad» y «vecinos» para reforzar la idea de que su gestión representa los intereses de todos. Este recurso, ampliamente estudiado en el análisis crítico del discurso, no es casual: al presentarse como el garante de la unidad, el intendente refuerza la percepción de que su liderazgo es indispensable para el bienestar de la ciudad.
Sin embargo, este llamado a la cohesión no significa la ausencia de tensiones discursivas. A medida que avanzó su mensaje, Accastello dejó en claro que existen actores que, según su visión, buscan obstaculizar el desarrollo de Villa María.
El poder como necesidad inevitable
Uno de los ejes más notorios del discurso fue la forma en que el intendente presentó su continuidad en el cargo como un hecho natural y necesario. A través de frases como «es fundamental seguir avanzando en este camino» o «no hay otra alternativa viable para la ciudad», Accastello construyó un relato en el que su liderazgo no es una opción entre varias, sino la única garantía de progreso.
Este tipo de estrategia, analizada por teóricos como Michel Foucault y Norman Fairclough, busca legitimar el poder al punto de que su cuestionamiento parezca una amenaza al orden establecido. En otras palabras, el mensaje implícito es claro: sin Accastello, Villa María corre el riesgo de perder estabilidad y desarrollo.
El adversario como elemento clave del discurso
Más allá del llamado a la unidad, el discurso también incluyó un componente de confrontación. Accastello no solo defendió su gestión, sino que también marcó distancia con quienes lo critican, presentándolos como opositores al progreso de la ciudad. Este mecanismo discursivo, utilizado frecuentemente en la política, refuerza la lealtad de su base de apoyo al polarizar el escenario público entre «nosotros» (su gestión) y «ellos» (sus detractores).
Al construir un adversario difuso, el intendente logra que las críticas no sean percibidas como legítimas dentro del debate democrático, sino como intentos de frenar el crecimiento de Villa María. Este tipo de estrategia puede ser efectiva en términos electorales, pero también puede profundizar la división política en la ciudad.
¿Un discurso para gobernar o para sostener el poder?
El análisis del discurso de Eduardo Accastello deja en evidencia una estrategia retórica que va más allá de la simple comunicación de su plan de gobierno. A través de la apelación a la unidad, la naturalización de su liderazgo y la construcción de un adversario político, el intendente refuerza su posición como la única opción viable para la ciudad.
Sin embargo, esta estrategia también plantea interrogantes sobre el impacto que puede tener en el debate político local. ¿Es posible construir consensos cuando la retórica del poder se basa en la exclusión del otro? En un contexto donde la polarización crece, la manera en que los líderes comunican su gestión puede definir no solo su futuro político, sino también el de la democracia local.