El Mensajero

Veto contra los jubilados y las personas con discapacidad: la respuesta está en las calles.

Archivo protesta discapacidad

El presidente Javier Milei no vetó una ley. Vetó la dignidad. Vetó el derecho a envejecer sin hambre. Vetó la posibilidad de que las personas con discapacidad vivan con la atención que merecen. Vetó, en definitiva, la humanidad. Y frente a semejante atropello, no queda otra opción: volver a la calle. Salir, gritar, resistir.

El ajuste no es una teoría, es violencia concreta. Se siente en la heladera vacía de los jubilados, en la angustia de una madre que no sabe si va a poder pagar la terapia de su hijo con discapacidad. Se vive todos los días en los cuerpos de quienes siempre terminan pagando las crisis ajenas. Y ahora, con este veto, se oficializa lo que ya sabíamos: este gobierno no vino a ordenar, vino a arrasar.

Hablan de “equilibrio fiscal” como si fuera un dogma sagrado. Pero lo que están haciendo es brutalidad económica, sin anestesia. Para Milei, un Excel vale más que una vida. Lo que no cierra en sus cuentas, se descarta. Y en esa lógica perversa, los descartables somos millones. No es casualidad que justo antes de las elecciones, el presidente se saque la careta y se burle del Congreso, del sistema democrático, de todos nosotros.

El Congreso tiene ahora una responsabilidad histórica. Pero no podemos esperar sentados a que hagan lo correcto. Ya vimos demasiadas veces cómo se negocia en los pasillos del poder. Lo que se conquistó en las calles no se va a defender en silencio. Hay que movilizar. Hay que llenar las plazas. Hay que hacer temblar las estructuras de este gobierno insensible.

Porque este veto no es una anécdota. Es una línea roja. Si no reaccionamos ahora, ¿cuál será el próximo recorte? ¿Quién será el próximo descartado?

La única respuesta posible es colectiva. Es organizarnos, movilizarnos, visibilizar el abandono. Es mirar a los ojos a quienes nos gobiernan y decirles: con la jubilación no se jode. Con la discapacidad no se juega. Con nuestros derechos no se negocia.

La calle nos está esperando. Otra vez. Como tantas otras veces. Porque si el presidente no nos ve, que al menos nos escuche rugir..

Luis Emanuel Cecchini / Gustavo Billarruel

Baja Visión Villa María

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