Recuerdo el día que mi mundo cambió. Me dijeron que necesitaba un bastón verde y sentí una mezcla de emociones: incertidumbre, miedo y dudas sobre cómo afectaría mi vida diaria. El pasado 26 de septiembre fue en el Día del Bastón Verde, quiero compartir cómo esta herramienta transformó mi vida.
Al principio, me cuestioné si podría adaptarme a esta nueva realidad. Pero pronto me di cuenta de que el bastón verde no limitaba mi potencial, sino que me brindaba la oportunidad de vivir con mayor autonomía y confianza.
La ayuda humana es invaluable, pero también es fundamental valerse por sí mismo. El bastón verde me ha permitido adquirir esa autonomía, especialmente en momentos en que no tengo a alguien cerca para ayudarme.
La primera vez que utilicé el bastón verde noté un cambio increíble en mi vida. Sentí una emoción enorme que es difícil explicar con palabras. Supe que mi vida había cambiado para siempre.
El bastón verde no solo me ayuda a movilizarme por la calle con seguridad y confianza, sino que también me conecta con mi comunidad. Me recuerda que no estoy solo, que hay personas que entienden mis desafíos y mis logros.
A veces, la sociedad nos hace sentir que somos «diferentes». Pero el bastón verde es un símbolo de resistencia y resiliencia. Es un recordatorio de que nuestra discapacidad no nos define, sino que nos hace más fuertes.
A todos aquellos que, como yo, han dudado en adoptar el bastón verde, les digo: no tengan miedo. No se dejen intimidar por los prejuicios. Este instrumento es su clave para una vida más plena, más autónoma y más satisfactoria.
¡Descubran la importancia del bastón verde y encuentren su autonomía!