Escribe: Gustavo Billaruel
No podemos permitir que este tipo de comportamientos se normalicen. La violencia no tiene cabida en una democracia sana. No importa quién sea el autor de estos actos, ni el cargo que ocupe. Ninguna figura política, ni el Presidente ni sus colaboradores, pueden estar por encima del respeto a la ley, la libertad de expresión y los derechos de los ciudadanos.
Es hora de que todos, sin importar nuestras ideologías, nos unamos para defender las bases democráticas que tanto nos costó conseguir. No podemos quedarnos callados ante estos atropellos. La democracia se defiende con valentía, con claridad y con el firme compromiso de que los derechos humanos y la dignidad de cada ciudadano son intocables.
Más temprano que tarde, si no ponemos un freno, las agresiones y amenazas se extenderán a todos aquellos que piensen diferente. No permitamos que esto ocurra. Defendamos la democracia con firmeza y sin titubeos.