La edición 57 del Festival de Peñas de Villa María mostró una vez más una faceta muy ecléctica, con artistas para todos los gustos y edades.
Pasaron por el escenario Hernán Figueroa Reyes grupos y solistas consagrados del folclore tradicional, como Los Manseros Santiagueños, Los 4 de Córdoba y El Chaqueño Palavecino y de su versión actual, como Abel Pintos, Luciano Pereyra y Jorge Rojas.
A su vez se presentaron las bandas más convocantes del cuarteto: La konga. La Barra, LBC, Eugenia Quevedo y Q´Locura.
También hubo lugar para la cumbia, con los Palmeras, Ángela Leiva y La Delio Valdez, y para los ritmos latinos y el género urbano, con Emanero y Luk Ra. Hasta hubo espacio para una figura muy ligada al festival, como Valeria Lynch.
Sin embargo, y como también viene ocurriendo desde hace muchos años, el rock brilló por su ausencia. Ni una banda, ni un artista, nada.
Lejos quedaron aquellos años donde el festival permitía encontrarse con bandas como Las Pelotas, Divididos, Los Fabulosos Cadillacs, No te va a gustar, Rata blanca o históricos como Fito Páez, Andrés Calamaro o Ciro.
¿Qué pasa con el rock? ¿Por qué la organización del Festival no lo tiene en cuenta? Si la característica del evento es su variedad, si están presentes todas las expresiones de la música, ¿por qué falta el rock?
Es cierto, este año hubo un espacio en el recorrido peñero que convocó a buenas bandas de rock locales. También es verdad que casi siempre nuestro festival coincide o queda a pocos días del Cosquín Rock, una de las citas rockeras más importantes del país.
No obstante, no todos podemos ir hasta Santa María de Punilla, no todos los amantes del rock nos conformamos con escuchar a un puñado de bandas en una peña. Por eso queremos que el festival también tenga rock. O que se organice algún evento rockero durante el año. La ciudad tiene el escenario, la infraestructura, el público y muchos argumentos para que así suceda.